domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Qué eres tú?

La mujer que tenía ante él estaba casada, sería cuatro o cinco años mayor, le resultaba atractiva y ya estaba postrada de rodillas; como le había dicho tenía el coño completamente rasurado, decidió hacia tiempo que no follaría ningún coño que no estuviera debidamente rasurado por puta que fuera la mujer que lo portaba. La había esperado sentado en un sillón grande y cómodo que había colocado en el centro de la estancia, la cual había vaciado de objetos dejando sólo el sillón; la escasa luz únicamente partía de un punto y estaba dirigida hacia la mujer postrada, provocando un ambiente oscuro en el resto de la habitación, en medio de aquella oscuridad mirándola inquisitoriamente estaba él aunque ella apenas era capaz de mantener la cabeza erguida un par de segundos seguidos.

¿Por qué estas aquí perra?
Porque no hay nada que desee más, Señor

¿Por qué estas postrada perra?
Porque es mi lugar, Señor.

¿Qué dijiste la primera vez que hablamos perra?
Que podría ser muy puta pero nunca me pondría de rodillas para nadie, Señor

¿Y cómo estas ahora mismo perra?
Postrada ante ti, Señor.

Él disfrutaba de ver la rabia contenida en el rostro de la mujer que irracionalmente, para ella, acrecentaba su deseo ante cada palabra; llegó vestida tal y como le había ordenado, falda corta, camisa blanca, medias a medio muslo y sin bragas; una mujer tan perra debía llevar el coño expuesto ante Él. Sin siquiera decirle nada, ella al cruzar sus ojos con los de Él, se detuvo delante del sillón sobre el que estaba sentado y se desnudo completamente, de manera lenta refrenando toda su ansia; desnuda, de pie con las piernas separadas, Él había hecho mucho hincapié en que siempre tuviera las piernas separadas como gesto de exposición de su coño, al volver a cruzar su mirada con la de Él no pudo aguantarlo más y se postró.

¿Cómo tienes el coño perra?
Mojado, Señor.

¿No hace falta ni que te roce perra?
No, Señor. Soy así de fácil para usted.

¿Qué eres tú?
Un sumisa, Señor

¿Qué es una mujer que se postra y se moja sin que siquiera tenga que hablar?
Una puta, Señor…
Una zorra, Señor…
No reconoceré esa palabra, Señor, ya se lo dije.

Coloca tu mano sobre tu coño perra. Sin moverla, apriétalo.

ella no pudo tragarse el gemido aunque lo intentó al colocar la mano tal y como le había ordenado; la mujer que tenía delante estaba muy excitada, con sus fluidos resbalando por los muslos,  deseaba pajearse de manera desesperada pero no lo haría. ella no haría nada que Él no le ordenase. Se levantó con una vara en la mano, caminaba alrededor de la mujer hasta detenerse a su espalda; los primeros azotes con la vara fueron muy dolorosos pero llego un momento en que el coño le palpitaba tanto que no era capaz de discernir con claridad.

¿Estas caliente perra?
Mucho, Señor.

¿Qué eres tú?
Una zorra, Señor

Pajeate perra.
Fuerte perra, sin concesiones en ese coño.

Mientras ella se pajeaba de manera casi violenta Él siguió azotándola a intervalos en las nalgas; estaba tan caliente que a los pocos minutos la mujer que tenía delante sintió como el cuerpo se le tensaba en un arrebato inconsciente señal del comienzo del orgasmo.

Para, perra.

Por favor… Señor…

¿Qué eres tú?


Pajeate perra.
Fuerte, perra.
Más
Para, perra.

Volvió a pararla en el momento que el orgasmo comenzaba; ella tenía la mente colapsada, quería correrse, necesitaba terminar, pero no movería la mano a menos que se lo permitiese Él; pasados unos minutos en los que azotó sus pezones ordenó a la mujer que tenía delante que volvería a pajearse; ella lo hacía tan fuerte como nunca en su vida y cuando pensaba que le permitiría correrse la ordenó parar; no controlaba sus orgasmos, ya no eran suyos.

Pajeate perra.
Ya no aguantas ni tres pajeadas perra…

No, Señor. No puedo más.

Y por qué no te corres perra…

Porque usted no me lo permite.

Y una mujer que no se corre cuando quiere sino cuando se lo permiten… ¿Qué es?


Una perra, Señor.

¿Qué eres tu?

Una perra, Señor.
Soy una perra.

4 comentarios: