domingo, 21 de noviembre de 2010

La bailarina

Sarah era una niña rusa que nació con el don de bailar.

Desde muy jovencita mostró un enorme interés por la danza y el ballet, se pasó los primeros años de vida escuchando viejos vinilos de los grandes clásicos que su abuela le ponía cuando por las tardes iba a merendar las enormes galletas que ella misma horneaba en su casa.

Su don comenzó a tomar forma años más tarde en las clases particulares que recibía al salir del colegio en una pequeña escuela de danza que había en su barrio. Regentada por antigua bailarina del ballet de Moscú. La persona más famosa que vivía en su humilde barrio de las afueras de la capital. Esta mujer observó rápidamente los abundantes dones que su joven alumna poseía y la educó en la displina y el rigor en el trabajo necesarios para poder convertirse en bailarina profesional.

Años más tarde la Academia de Ballet Nacional Ruso convocó un consurso público para captar nuevas aspirantes a pertencer tanto a su escuela como a su compañía de danza. Sarah se preparó a conciencia para esa prueba ensayo durante meses sin descanso. Era su gran oportunidad. Su gran sueño.

Por fin llego el gran día, el día de la prueba final. Sarah llegó unas horas antes al conservatorio para practicar un poco antes de la prueba, se metió en una sala vacía coloco uno de sus vinilos y comenzó a bailar. En medio de su ensayo se abrió a puerta y entró un hombre de pelo cano vestido de manera elegante, permaneció en la puerta observando a la joven hasta que la pieza terminó. Cuando Sarah levantó la aguja del vinilo se dio cuenta de la presencia de aquel hombre, Sergey Sokolov, director de la Academia del Ballet Nacional Ruso.  Se puso muy nerviosa al verle allí y cuando Sergey se despidio cortésmente se armó de valor y le preguntó:
Señor Sokolov... ¿cree que tengo alguna oportunidad?
A lo que este respondio de manera pausada y suave, como hacen los grandes maestros:
Señorita, no tiene ninguna oportunidad.
Sokolov salió de la habitación con de la misma forma que entró, sin que Sarah se diera cuenta, sumida en sus pensamientos.

Sarah finalmente no se presentó a la prueba y años más tarde, cuando Sarah ya se había convertido en una enfermera residente en un gran hospital de Moscú se encontró por casualidad por uno de los pasillos del hospital al señor Sokolov. Más madura y más tranquila se dirigió a aquel hombre y le dijo:
Buenas tardes, ¿se acuerda usted de mí?
Sokolov que era un genio, entre otros motivos porque nunca olvidaba un detalle le respondió afirmativamente:
Señorita Sarah Kirlinski, aspirante a alumna del Balet Nacional.
Sarah sonrió algo sorprendida por la prodigiosa memoría de aquel abuelo y entonces le preguntó:
Puedo saber porque fue tan duro conmigo aquella tarde. ¿Por qué no tenía ninguna posibilidad?
La respuesta de Sokolov fue la siguente:
Bailen bien o balien mal a todas las aspirantes les digo lo mismo. Sólo las que tienen voluntad de verdad siguen adelante.

4 comentarios:

  1. El futuro lo escribimos nosotros a base de "presentes" concatenados. De nosotros depende que las circunstancias de cada presente las tomemos de una u otra manera; que las interpretemos; que dejemos que nos influyan (o no) y de qué manera.

    Me ha gustado la historia. La desconocía.

    Un abrazo.

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  2. Si yo hubiese caso a todos aquellos que me digeron que no podria, que no seria capaz, que era una locura que desistiera, hoy mi amigo estaria en cualquier rincon, deprimida y viviendo sin vivir...

    Hoy, cuando me dicen no puedo, me lanzo a demostrarme a mi misma que soy capaz, aunque luego, una vez conseguido, lo abandone porque no lo deseo....

    Es mi orgullo, que hoy quiero dominar para ser lo que deseo, pero...es una característica en mi...demostrar que puedo!

    gracias por la historia, como siempre preciosa!

    Nos tienes demasiado bien acostumbrados!

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  3. Buenas AnP, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario. El futuro es directamente proporcional a cómo vivamos el presente...
    Me parece una historia muy instructiva, marca de la casa
    ;)

    Señorita Dánae me aacabas de sonrojar... espero seguir malacontumbrandoos, a los pocos que pasáis por aquí.
    Demostrar que puedes hacer cualquier cosa nos convierte en grandes personas...
    Y tú sin duda, amiga, eres una gran persona

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  4. Gracias Eros por tus palabras...espero que sigas por aquí alegrándome estos pequeños momentos...es un placer leerte.

    Un abrazo.

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